El sector de la moda es, a escala global, uno de los más dinámicos y crecientes y abarca un conjunto muy diverso de actividades: desde la transformación de las materias naturales en la confección de ropa hasta calzado y accesorios, joyería, etc.
La globalización y la irrupción del modelo fast fashion han hecho que el ritmo de distribución y producción de la moda cambie al tiempo que se necesiten herramientas de fabricación de gran escala y bajo coste. Este modelo lleva asociado por un lado, una producción textil socioeconómicamente injusta y por otro, impactos ambientales negativos.
De hecho, según los datos actuales, el consumo textil en Europa es de unos 20 kg por persona y año, la mayor parte ropa de baja calidad que no podemos almacenar y que rápidamente se convierte en un residuo. En este sentido, se estima que cada habitante de la UE genera entre 2 y 7 kg de residuo textil al año, aproximadamente unas 2.500.000 toneladas de residuos al año en la UE.
Por otro lado, el sector de la moda también se caracteriza por el poder de la imagen de belleza que proyecta y la influencia sobre las personas. Estamos acostumbrados a ver desfiles, revistas, publicidad de moda donde todo son, personas jóvenes con cuerpos perfectos, de tamaños imposibles y que excluyen a la gran mayoría de la población. Y no deberíamos olvidar que todos y todas nos vestimos cada día y que en cada uno de nosotros reside un tipo de belleza diferente.
Por lo tanto pensamos que el sector de la moda tiene que reinventarse, virar hacia modelos más inclusivos con las personas y reducir su impacto ambiental en toda la cadena de producción.